Un grupo interreligioso, incluida la Conferencia Menonita Mosaico, se reunió en la Iglesia Menonita de Medellín para celebrar el 500 aniversario del Anabautismo.
por Javier Márquez

Foto cortesía Javier Márquez
Medellín, Colombia, 27 de junio de 2025.
Con gratitud, esperanza y un espíritu profundamente comunitario, la Iglesia Menonita de Medellín celebró los 500 años del surgimiento del Movimiento Anabautista. El evento, realizado en el Centro de Fe y Culturas, fue mucho más que una conmemoración histórica: fue una expresión viva de una teología encarnada en la paz, la justicia y la vida en comunidad.
La jornada, convocada bajo el lema de Diálogo Interreligioso, Ateo e Intercultural, reunió a representantes de diversas confesiones cristianas, tradiciones religiosas, pueblos originarios y comunidades espirituales. La presencia de la Conferencia Menonita Mosaico, a través de su director ejecutivo Steven Kriss y sus líderes Danilo Sánchez y Noel Santiago (conectados por Meet), marcó una participación significativa para la articulación global de esta conmemoración.
Un legado vivo
A cinco siglos de la Reforma Radical, este espacio sirvió como recordatorio de que el anabautismo no es simplemente un recuerdo del pasado, sino una propuesta actual de vida y fe. En palabras del pastor y organizador del evento, Carlos Fernando Sánchez, líder de la Comunidad Anabautista Paz y Reconciliación de Medellín y miembro de la Conferencia Mosaico, el evento fue «un espacio de profundo reconocimiento (…) que nos recordó la importancia de hacer memoria histórica: de dónde venimos, cuáles son nuestras raíces y cómo podemos vivir nuestra identidad cristiana anabautista en el mundo contemporáneo».
La celebración, nacida del diálogo entre iglesias como la Católica, la Anglicana y comunidades indígenas y musulmanas, reflejó la apertura teológica de la Iglesia Menonita en Medellín. Este gesto no solo reafirmó el compromiso con la paz y la reconciliación, sino que revitalizó la herencia anabautista como una fe practicada desde la humildad, la compasión y el servicio.
Una eclesiología comunitaria
Durante el panel principal, la hermana Luz Helena Martínez, miembro activo de la comunidad, compartió su testimonio personal: «tuve la oportunidad de participar, de sentirme en familia, acogida, valorada (…) Me sentí escuchada e importante», expresó. Su testimonio resaltó lo que ha sido el corazón del anabautismo desde sus orígenes: una iglesia donde cada miembro tiene voz, donde la comunidad es el centro, y donde la fe se vive desde la práctica cotidiana del amor al prójimo.
La experiencia eclesiológica en Medellín ha sido un testimonio del anabautismo encarnado. A través del trabajo social, el diálogo interreligioso y la vida en comunidad, la Iglesia Menonita ha sembrado paz en medio de una ciudad marcada por profundas heridas históricas. Este evento se convirtió así en una oportunidad para celebrar no solo la historia, sino también el presente de una comunidad viva, resistente y profética.
Mosaico y la dimensión global
La Conferencia Mosaico, con su presencia activa y reflexiva, reafirmó el lazo entre las comunidades menonitas de América Latina y las redes globales del anabautismo contemporáneo. Su presentación histórica del movimiento ayudó a contextualizar los orígenes del anabautismo en el siglo XVI, su lucha por la libertad religiosa, el bautismo voluntario y la no violencia, y su evolución hasta convertirse en una voz teológica relevante para el siglo XXI.
Steven Kriss y Danilo Sánchez ofrecieron una lectura global de este legado, mostrando cómo los valores anabautistas siguen nutriendo iglesias en diversos contextos y continúan ofreciendo una alternativa de paz en tiempos de crisis.
Una teología de la paz en acción
Más allá de las palabras, el evento fue una expresión práctica de la teología de la paz anabautista. La oración interreligiosa, el conversatorio abierto, el concierto de celebración y los gestos de reconocimiento mutuo entre credos y culturas dejaron claro que el anabautismo no es una teología encerrada en sí misma, sino una fe que se abre al diálogo, a la reconciliación y a la acción por un mundo más justo.
En tiempos de polarización, violencia y desesperanza, el legado de los anabautistas —y en especial su encarnación en la Iglesia Menonita de Medellín— ofrece una alternativa concreta: vivir con humildad, construir comunidad y seguir a Jesús en el camino de la paz.