por Adriana Celis


Fotos por Dottie Kauffmann ( originalmente publicado en College Mennonite Church)
En Goshen, Indiana, la Navidad se vive como un tiempo de profunda preparación espiritual, de comunidad y de encuentro. Así lo comparte Madeline Maldonado, pastora de alcance a la comunidad en la Iglesia Menonita College Mennonite, donde su labor pastoral se centra en acompañar a la comunidad hispanohablante y en fortalecer los lazos de fe, dignidad y esperanza.
Desde su rol, Madeline trabaja de cerca con personas provenientes de Centro y Sudamérica, caminando junto a ellas en medio de los desafíos propios del proceso migratorio y la adaptación a una nueva realidad. Para ella, la Navidad es un tiempo especialmente significativo, pues invita a mirar la realidad humana desde la encarnación: Dios haciéndose presente en medio de la vulnerabilidad.
En la iglesia, la Navidad no se limita a un solo día, sino que se celebra a lo largo de todo el mes, enfocándose en la preparación para recibir al Niño Jesús. El santuario se transforma en un espacio vivo y diverso, decorado no solo con árboles navideños, sino también con pesebres traídos por las personas de la congregación, de distintos tamaños, estilos, países y materiales. Cada pesebre cuenta una historia y recuerda que el mensaje de la Navidad atraviesa culturas y fronteras.
Uno de los momentos más especiales tiene lugar el tercer domingo de Adviento, cuando se representa el nacimiento de Jesús y toda la congregación puede participar. Cada persona presente tiene la oportunidad de asumir un rol dentro del drama, recordando que todos somos parte de la historia de Dios. Madeline, fiel a una tradición muy querida, representa cada año al burro que acompaña a María y José hacia el pesebre, un gesto sencillo pero cargado de profundo simbolismo sobre el servicio, la humildad y el caminar juntos.
Como parte de las celebraciones, la iglesia también organiza una cena con las familias latinas, en la que cada persona lleva un plato de comida para compartir y un regalo. Después de la cena, participan en el tradicional juego del elefante blanco, creando un ambiente de alegría, cercanía y compañerismo. Para muchas personas que están lejos de sus países de origen, este espacio se convierte en un hogar, en donde celebran la Navidad acompañadas.
En el plano personal, el mayor deseo de Madeline para estas fechas es estar junto a su familia. Este año espera la llegada de su hijo y sus nietos, y hará lo posible para reunir a aquellos que, por razones de trabajo o distancia, no podrían estar juntos. Para ella, la Navidad cobra sentido cuando la mesa se amplía y nadie queda fuera.


