Los pastores de la iglesia Centro de Alabanza de Filadelfia animan a sus feligreses a confiar en Dios y prepararse para lo que pueda venir en estos tiempos de incertidumbre.
por Adriana Celis

Foto cortesía IBA
En la iglesia Centro de Alabanza de Filadelfia, nos cuentan los pastores Letty y Fernando que están viviendo tiempos de incertidumbre, pero que no es algo nuevo para su congregación.
Cuando el 90% de quienes la conformamos somos inmigrantes, es inevitable que nuestras realidades estén marcadas por el temor, la ansiedad y, en muchos casos, la vulnerabilidad, especialmente ante las autoridades migratorias.
Sin embargo, también es cierto que no somos un pueblo sin esperanza. A lo largo de nuestra historia, hemos aprendido a permanecer firmes, confiando en que «Dios no nos trajo hasta aquí para volver atrás», como canta una de nuestras alabanzas más queridas. Esta confianza no nace de una sensación de superioridad ni de pensar que estamos exentos del sufrimiento. Al contrario, reconocemos que estamos expuestos, como cualquier ser humano, a las tribulaciones de la vida. Pero sabemos también que todo lo que sucede está bajo el permiso soberano de Dios.
Un momento profundamente significativo para nuestra comunidad fue cuando hermanos y hermanas de otras congregaciones nos acompañaron durante nuestros servicios, ofreciendo su presencia como respaldo en caso de que aparecieran autoridades migratorias. Ese gesto de amor nos reconfortó, recordándonos que no estamos solos en este caminar.
Como pastores, no dejamos de recordar a la congregación que ya hemos superado pruebas difíciles, como la reciente pandemia, que nos golpeó profundamente. Fue una etapa oscura, pero el Señor nos sostuvo con su misericordia. Hoy, ante nuevos desafíos, les animamos a ser sabios: a hacer planes para sus familias, organizar sus finanzas y asuntos pendientes, y a vivir con prudencia. No promovemos una fe ingenua o falsa, sino una confianza real, que nos lleva a actuar con responsabilidad mientras confiamos en Dios.
Sabemos también que muchas organizaciones trabajan en la defensa de los derechos de los inmigrantes, y valoramos esa labor. Pero como iglesia, también recordamos que tenemos deberes: comportarnos con integridad en el trabajo, vivir en paz con nuestros vecinos y dar testimonio del Evangelio con nuestras acciones. Nuestro testimonio como cristianos es fundamental.
En medio de un mar de información, la prudencia también se vuelve una virtud espiritual. Les recordamos constantemente a los hermanos que no crean todo lo que circula en redes sociales. Hay demasiadas noticias falsas que siembran temor y desinformación. La verdad no solo nos hace libres, también nos da paz.
Sí, estos son tiempos de incertidumbre. Pero como iglesia, no queremos promover el pánico, sino una confianza genuina en Dios, quien es nuestra roca firme. Nuestra esperanza no está en las circunstancias, sino en Aquel que no cambia.
«A todo podemos hacerle frente, pues es Cristo quien nos sostiene».